Autoridad Pedagogica. Por PASSERINI, Pilmayquen
¿Cómo ser autoridad pedagógica hoy?
Por Pilmayquén Passerini
5º NAT 2009
 
Es de suma importancia plantearnos esta pregunta ya que la educación como acto de transmisión de conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar esta presente en todas nuestras acciones, sentimientos y actitudes. A través de ella las nuevas generaciones asimilan y aprenden los conocimientos, normas de conducta, modos de ser y formas de ver el mundo de generaciones anteriores, creando además otros nuevos.
Greco afirma que “todo acto educativo implica un acto de autoridad”, porque educar incluye dominar y conocer los contenidos que debemos transmitir, conocer a los estudiantes y manejar procedimientos pedagógicos adecuados a las edades y realidades sociales con las cuales conviven los estudiantes, esto implica la interiorización en cada alumno, estando a la escucha de sus problemas y de la marcha del proceso enseñanza – aprendizaje.
Greco dice también que “la autoridad es institucional”, si bien mantener una autoridad pedagógica  es trabajo de cada docente, esta se sostiene en el trabajo en equipo y principalmente en la situación institucional del  colegio.
Esta autoridad se diferencia o reconoce en base a otros conceptos, no es un concepto aislado y recortado. Se desenvuelve en la subjetividad propia, basada en encuentros entre personas diferentes en cuanto a relación asimétrica.
En esta  relación es el reconocimiento lo que hace que alguien sea autoridad. Nadie es autoridad por si solo, para serlo debe ser aprobado por los demás como tal.
Esta aprobación acompañada de reconocimiento, se produce cuando alguien ve en mi a una persona que busca “hacer crecer”, por eso la autoridad no esta relacionada a un poder ejercido por una superioridad, sino por tener una experiencia importante para mi y que busca mi beneficio.
Según Kojéve (filosofo francés nacido en Rusia) uno reconoce a una autoridad y renuncia libremente y concientemente, a cambio de algo que otro ofrece y dona.
Un docente se involucra con el alumno y su aprendizaje, no lo abandona y lo apoya para que no abandone, además de buscar que sus potencialidades se desplieguen. No accede mediante la fuerza, ni ejerce violencia, ni se acomoda por fuera de la situación de aprendizaje.
La autoridad vale por lo que hace nacer y crecer, y no por si misma.
Esta autoridad hoy esta en crisis, esta devaluada, intervenida por diferentes factores culturales, sociales, económicos y políticos.
Foucault (filosofo e historiador francés) retoma a Kant (filosofo alemán) y dice que en la modernidad hubo un quiebre respecto a la autoridad externa, que la consigna del sujeto era “no obedecerse mas que a si mismo”. Esta autoridad estaba del lado de la razón y de su gran anhelo de autonomía y dominio del progreso ilimitado.
Antes el maestro “hacia nacer en el niño al alumno”, lo acompañaba en el trayecto de la adquisición del conocimiento, consigo mismo y con los demás.
Hoy en día, la razón se cuestiona a partir de no haber logrado el progreso ilimitado que proponía y por tal motivo la autoridad no se mueve hacia ningún lado, tiene problemas para ser encarnada y reconocida.
Según Castoriadis (filosofo y psicoanalista francés) vivimos en tiempos de in-significancia por falta de significaciones que nos proporcionen un mejor vivir juntos. Bajo el lema de “sálvese quien pueda”, y del hombre actual establecido como sujeto consumidor, se ha destruido un proyecto identificatorio colectivo, Silvia Bleichmar (psicoanalista argentina) dice que es aquello lo que nos posibilita reconocernos en un “nosotros” y proyectarnos hacia el futuro. Stiegler (filosofo francés) habla de “sufrimiento narcisistico del nosotros”. Esto quiere decir que estamos en un momento histórico donde no podemos conformarnos como un “nosotros”. Cada uno vive “individualmente”, esto produce todo tipo de transgresiones. Hobbes (filosofo ingles) plantea la “guerra de todos contra todos”,  al disolverse la noción de un colectivo social que nos cuida y proteja más allá de nuestras diversidades. Según Castel (filosofo francés), en un mundo pre- moderno el sometimiento a la autoridad estaba instalado, porque esta aseguraba una protección y por ello unos era obediente. Se puede decir, tras analizar que importa solo uno y estamos disueltos socialmente que la autoridad no proporciona ningún tipo de protección y uno no necesita obedecer a nadie. Agamben (filosofo italiano) sostiene que la autoridad reside en el relato y la palabra, en la experiencia de aquel que transmite.  Esto quiere decir que se trataba de una autoridad de la experiencia, o sea una autoridad que estaba basada en la transmisión de experiencias vividas entre las generaciones.
Frente a esta crisis de autoridad  hay que buscar reconstruir el concepto de autoridad en el vínculo pedagógico. Construir una nueva idea de pensar y mantener la autoridad pedagógica hoy ya que como se menciono anteriormente que no se puede educar sin autoridad. Hay que repensar este concepto para que se legitime. Hay que atreverse a forjar una autoridad pedagógica de otro tipo.
Greco propone pensar la autoridad pedagógica ligada a:
·               La transmisión: Un docente que transmite un pasado pero no como algo fijo y estático, sino en constante recreación desde la mirada presente y de cara al futuro. No se queda estancado, evoluciona.
·               La confianza: Saber escuchar y saber decir que no desde una lógica controladora del otro, desde una asimetría, pero no desde un lugar de superioridad. Aquí también se encuentra el término “confianza instituyente”, que da oportunidades, se abre a lo novedoso, confía en el alumno que se le ha dado a cargo y del cual es responsable.    
·               La igualdad y la ignorancia: Se trata de un docente siguiendo a Ranciere (filosofo francés) y Jacotot (pedagogo francés), un docente que no desiguala con el alumno, sino que desde su experiencia, la cual despliega en sus alumnos, abre nuevos diálogos para que ellos promuevan sus propios caminos. Este docente no debe considerar al otro inferior, debe trabajar con voluntades, creando vínculos entre inteligencias y textos.
Aquí el docente debe romper con la idea de saber y poder y en el debe regir la idea de ser un maestro sin ser amo y dueño.
No debe ser un “maestro ignorante” enseñando sin fundamento a sus alumnos, sino que debe insistir en que el alumno realice su trabajo intelectual que no se apoye en la inteligencia de otros sino que despliegue y apuesta a la propia. Un maestro que piense que todas las inteligencias son iguales, que saque al alumno de su lugar de inferioridad, que le de valor, que reconozca y anime su trabajo. Un maestro que enseñe lo que el ignora, que se posiciona de igual a igual, que piense que la ignorancia puede provocar deseo de saber. Un maestro que no mate la inteligencia de su alumno, sino que promueva sus propios caminos. Un maestro que considere que el alumno hace al maestro, lo que significa que los caminos que vaya armando de enseñanza estén basados en lo que el alumno ensaya, escribe, expresa.
·                La emancipación: Una autoridad que permita el desarrollo de las posibilidades de todos y cada uno. Una autoridad que subjetivice a sus alumnos. Una autoridad que se haga cargo de sus alumnos y se responsabilice por sus aprendizajes. Una autoridad que transmita su voluntad; pero no su inteligencia o su saber, sin dejar que la pereza le gane al alumno. Una autoridad que piense que la educación es un trabajo del alumno efectuado desde su lugar de igual. Una autoridad que retome ideas previas de los alumnos, que estimule el interés. Una autoridad que considere al alumno un sujeto- palabra.
Piera Aulagnier plantea que no debe ejercerse una “violencia secundaria”, aquella que es desubjetivizante, que en lugar de hacer lugar, lo quita. Que el espacio áulico pase de ser un lugar de enseñanza- aprendizaje donde todo ya este dicho por el docente, a uno donde la palabra del docente se dona y deja que el otro hable desde el reconocimiento del semejante. “Lugares de habla” donde cada uno pueda hacer oír su voz. Para que según Silvia Bleichmar, no se produzca un “estallido de identificación”. Donde el alumno tenga la sensación de superfluidad disminuyendo su autoestima y la ausencia de un proyecto futuro para vivir en la inmediatez. Kammerer propone pensar que el lugar de los adultos es ser “prestadores de identidad”, de pasadores de cultura recibida con la responsabilidad de “hacer crecer”, proteger lo frágil que nace en niños y adolescentes.
Mi conclusión tras conocer el pensamiento de la autora es que indudablemente no se puede educar sin autoridad, la autoridad es aquella que genera respeto del alumno hacia el profesor y viceversa, no se puede educar sin autoridad ni puede existir un autoritarismo, por el hecho de que esto provocaría un quiebre social, debido a la opresión ejercida por el sujeto autoritario y por ende la carencia de libertad impuesta sobre el resto de los sujetos.
Tras la necesidad de la autoridad para la educación hay que plantear una serie de actitudes (Ver: ¿Como ser autoridad pedagógica hoy? Por Pilmayquén Passerini)   que el maestro debería poseer para ser una buena autoridad pedagógica, como por ejemplo promover la inteligencia propia de cada alumno en vez de imponer la propia y hacerse carga de sus alumnos y responsabilizarse por sus aprendizajes. Con el cumplimiento de estas pautas es posible ser hoy en día una autoridad pedagógica.
¿Como ser autoridad pedagógica hoy?
Por Pilmayquén Passerini
 
1.                Transmitir el pasado en constante recreación desde la mirada presente y de cara al futuro, y no como algo fijo y estático.
2.                Saber escuchar y saber decir no desde una lógica controladora del otro. Una asimetría, pero no desde el lugar de superioridad.
3.                No desigualar con el alumno.
4.                Desplegar experiencia en alumnos.
5.                Ser maestro sin ser amo y dueño.
6.                Promover la inteligencia propia de cada alumno.
7.                Considerar que el alumno hace al maestro.
8.                Hacerse cargo de sus alumnos y responsabilizarse por sus aprendizajes.
9.                Ser prestador de identidad
10.            Hacer crecer
 
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