Autoridad Pedagógica. Por CORRALES, Mariángeles Belén
¿Cómo ser autoridad pedagógica hoy?
Por Mariángeles Belén Corrales
5 º año Ciencias Naturales 2009
 
En primer lugar coincido con que la autoridad hoy esta en crisis, que se encuentra devaluada, y qué este es un problema complejo donde intervienen factores culturales, económicos, sociales y políticos. Como las escuelas no es una isla estas dificultades también las atraviesan provocando serios problemas en la relación docente-alumno.
El origen de la crisis pude basarse en los tiempos que estamos viviendo, donde los hombre son individualistas, donde esta permitido todo tipo de transgresiones y reina el “sálvese quien pueda”. Ya no existe un colectivo social que nos cuide y proteja, por lo tanto no existe una autoridad, no es necesario ser obediente.
Al repensar la autoridad pedagógica, se deberá tener en cuenta los siguientes puntos:
Los docentes deberán estar familiarizados con el contexto en el que crecen y viven sus alumnos, especialmente si nos referimos a adolescentes. De otra manera se produce un desentendimiento mutuo, en el cual ninguna de las dos partes logra comunicar lo que piensa o lo que quieren expresar, generándose así conflictos y enemistades y creándose así las denominadas “brechas generacionales”.
Otra pauta a tener en cuenta también es la manera de pensar las clases. Con esto me refiero a la forma de presentar las actividades, a la manera de plantear los temas. Los docentes deben lograr cautivar la atención de sus alumnos. Deben lograr que las clases sean dinámicas, que se consiga un intercambio de ideas, y no que solo sea un dictado sin fin de conceptos y teorías, que por más que los estudiantes repitan miles de veces al finalizar el día ya los habrán olvidado. Se tiene que lograr de alguna manera llevar a los hechos el método planteado por el filósofo ateniense Sócrates, en el cual se lograba que el interlocutor descubriera en si mismo sus “capacidades dormidas”. Era un ida y vuelta de ideas, no la enseñanza de miles de términos y palabras nuevas, en el cual una parte era la emisora y otra la receptora. Es necesario que tanto docente como alumno reconozca su ignorancia, para poder lograr que ambos se abran a nuevas experiencias y nuevos conocimientos.
Otro punto a resaltar es la presencia del docente. Con esto me refiero a la manera en que desempeñan sus tareas. Como dice María Beatriz Greco: “todo acto educativo implica un acto de autoridad” y si por ejemplo: el docente ingresa al salón de clases sin saludar a sus alumnos, o saluda cuando el aula esta en pleno bullicio, demuestra que no se hace respetar por sus alumnos, ni que sus alumnos lo respetan a el. Es el docente el encargado de lograr el orden dentro del aula de clases. Es él, el que debe permitir los momentos de charla y los momentos de trabajo. De esta manera los alumnos logran conocer cuales son los docentes permisivos y cuales son los que de verdad se hacen respetar.
Y según esto se lograra ver los resultados en un futuro. Los docentes que hayan sido permisivos, que hayan dejado pasar situaciones como una falta de respeto o la entrega tardía de un trabajo no habrán logrado transmitir a sus alumnos más que los conocimientos mínimos. En cambio los que hayan logrado crear una relación de respeto mutuo, docente-alumno serán los que de verdad hayan marcado el paso en sus vidas, los que hayan logrado transmitir tanto los conocimientos de la materia, como también saberes que los preparen para la vida.
En otros casos también se dan las situaciones en que docentes abusan del poder que poseen sobre sus alumnos, y en vez de ayudarlos a crecer tanto curricularmente y personalmente, los denigran, los excluyen, hacen nacer en ellos temores y miedos, impidiéndoles así desarrollarse plenamente en el aula y con sus compañeros.
Es imposible que un docente se quiera poner a la altura de un alumno, demostrando  actitudes, como por ejemplo, luego de haberse presentado un mal entendido, nunca concederle la palabra cuando quiere hablar o si se la concede siempre presentarse negativo ante al aporte, sin siquiera escuchar lo que el alumno quiere decir, desvalorizarlo, por así decirlo, frente al grupo, etc. Con estas actitudes frente al curso lo único que logra el docente, es perder de alguna manera su autoridad, que posee por ser el encargado tanto de obtener el orden, marcar las normas, y brindar a todos las mismas posibilidades de aprendizaje respetando las diferencias.
Para afianzar la autoridad es necesario que reine en la institución un clima de coherencia sostenido en la forma de llevar adelante la enseñanza por parte de todo el plantel docente que deberá trabajar en forma colectiva.
Creo que un docente gana su autoridad frente al grupo cuando logra conectarse con cada uno de sus alumnos y los acompaña en su proceso de aprendizaje ayudándolo a desarrollar sus capacidades.
El alumno que siente que sus potencialidades son reconocidas por los docentes crece en autoestima y el respeto por la autoridad de sus profesores también se afianza.
Estoy de acuerdo también con la idea de autoridad pedagógica que plantea María Beatriz Greco al final del texto: transmisión, confianza, igualdad e ignorancia y emancipación, esas deben ser las columnas sobre las que se tiene que sustentar una autoridad pedagógica hoy en día. Con respecto al pensamiento de transmisión del saber, de transmisión de conocimiento y de experiencias, creo que es necesario que los docentes tengan el espacio, la posibilidad de poder relatar a sus alumnos sus propias vivencias, sus ideas, sus opiniones, pero siempre abiertos a la escucha, al habla y no intentando imponer una manera de pensar o de ser, porque es esto, entre muchas otras cosas, lo que produce en el alumno el rechazo, el desacato a la autoridad, la “rebeldía” por así decirlo.
En una verdadera autoridad el docente no desiguala con el alumno, sino que por haber recorrido un camino con el conocimiento, lo despliega con los alumnos y abre nuevos diálogos para que ellos promuevan sus propios caminos.
Decálogo de principios que debe poseer una autoridad pedagógica
 
1. Tiene que ser una persona tolerante, “abierta de mente” y paciente.
 
2. Tiene que ser una persona perseverante, ante los obstáculos que se puedan presentar con sus alumnos.
 
3. Debe poseer un verdadero sentimiento de vocación hacia su carrera, verdaderas ganas de ejercer su trabajo.
 
4. Debe constituirse frente a los alumnos como una fuente de saber y confianza.
 
5. Tiene que ser una persona con el don de crear, imaginar y plantear nuevas maneras de enseñar.
 
6. Debe lograr que sus alumnos lo respeten verdaderamente y no por miedo u otro sentimiento parecido.
 
7. Debe poseer carisma y estar bien predispuesto frente a cualquier situación.
 
8. Tiene que estar siempre atento y dispuesto frente a las dudas de sus alumnos y/o problemas personales en los que pueda ayudarlos.
 
9. Tiene que intentar estar lo más actualizado posible frente a las nuevas generaciones y todo lo que ellas implican.
 
10. Debe lograr sentirse uno más dentro del grupo de trabajo, logrando al mismo tiempo establecer bien los límites docente-alumno.
 
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