¿Cómo ser autoridad pedagógica hoy? Por Rocío Romero 5º NAT 2009   Docentes y alumnos nos encontramos inmersos en una realidad que nos ha ido llevando muy rápidamente hacia una crisis de relación en la cual la tan necesaria autoridad pedagógica se ha desdibujado llegando, en casos extremos, a desaparecer como hemos visto en las noticias últimamente; Sin la cual como lo menciona Greco no se puede educar. Hemos llegado a tal punto en el que la relación docente-educando tan necesaria para todo el proceso de aprendizaje no ha logrado superar los embates de toda la crisis externa a ella como la social, económica, de valores, familiar, política, etc. Pero que afecta a todos los actores del proceso educativo como así también el ámbito en el cual este se produce. El “sufrimiento narcisístico del nosotros” según el filosofo francés Stiegler lo podemos ver en nuestra realidad como esa falta de solidaridad hacia los demás que hace que existan niños y adolescentes que no tienen las necesidades básicas mínimas cubiertas lo que no les permite poder desarrollarse académicamente en forma normal, como lo puede hacer un estudiante con una realidad un poco mas favorable. Según Castel uno es obediente a la autoridad porque esta nos asegura protección pero la realidad social y económica de nuestro país ha dejado muchas familias sin esa protección, entonces hoy nos encontramos inmersos en una “guerra de todos contra todos” en la cual la educación queda sumergida y no le permite a los alumnos asumir su rol del proceso, ya que su preocupación es la de lograr sobrevivir el día a día, y en las familias en las cuales las necesidades básicas están cubiertas sin mayores inconvenientes los educandos se encuentran bombardeados por un exceso de propuestas que los dispersan llegando a perder el interés por los conocimientos de la educación formal, o creen posible no obedecer a la autoridad pedagógica ya que pueden lograr la misma información que el docente les transmite de otros medios (Internet, academias, institutos privados, docentes particulares, etc.). Como lo menciona Maria B. Greco, la autoridad no es un concepto aislado y recortado, por lo tanto toda esta realidad descripta anteriormente influye sobre ella como así también la disponibilidad de todos los sujetos del proceso educativo: la escuela como institución, autoridades, docentes, y alumnos. El docente debe lograr que sus educandos puedan ponerse bajo su autoridad para poder enseñarles y que en este camino que emprenden juntos el alumno absorba los conocimientos, viva la experiencia de aprendizaje, modifique sus estructuras cognitivas y logre en esta relación asimétrica también transmitir hacia el docente su propia experiencia la cual influirá sobre él modificándolo. En la actualidad en la cual es muy difícil ser la autoridad pedagógica el educador debe poner toda su experiencia, herramientas, conocimientos y didáctica para poder ocupar su rol sin ser autoritario. El docente tiene que saber y tener muy en cuenta que cada uno de los alumnos de una clase trae consigo realidades distintas y particulares que deben ser analizadas y lograr conocer las dificultades de cada uno de ellos para que a la hora de planificar como se realizara el proceso educativo y lograr que cada uno de los actores tome su lugar en la situación de aprendizaje; permitiendo que el alumno reconozca la autoridad y renuncie libre y consciente a cambio de algo que el otro (docente) ofrece y dona como dice Kojève, ya que estos dos actores se encuentran sumergidos en esta experiencia. Los docentes deben lograr ser la autoridad nuevamente y asumir su rol de educadores teniendo muy en cuenta las diferencias que traen cada uno de los alumnos cuando llegan a las aulas y lograr que éstos se sientan capaces de aprender, estar acompañados, movilizados e interesados. Enseñar y transmitir conocimientos sin anular la frágil identidad del educando, permitiéndole expresarse y ayudándolo a madurar y desarrollar sus capacidades sin ser solo un receptor o que se sienta un ser sin importancia dentro de todo el proceso es la difícil tarea del docente en nuestra realidad. Según lo propuesto por Kammerer los adultos deben ser “prestadores de identidad” y el docente asume este rol y le permite a sus alumnos crecer cuidándolos y enseñándoles no solo conocimientos sino permitiendo que experimenten y al mismo tiempo transmitiendo sus experiencias de modo que estos dos actores del proceso educativo se interrelacionan. El proceso de aprendizaje una vez que ha finalizado le debe permitir al alumno desarrollar capacidades que antes no tenia, guiado, dirigido y sostenido por el docente, como así también adquirir conocimientos que pueda aplicar en el mundo laboral una vez que se inserte en él, logrando así que ese niño que comenzó su educación se convierta en un adulto maduro, informado, capacitado y con su personalidad desarrollada apto para desenvolverse en nuestra sociedad.    Autoridad Pedagógica: Decálogo Los docentes deben:   1.- Estar capacitados con los conocimientos y actualizarlos continuamente para que éstos estén acordes a la realidad. 2.- Tener la plena confianza en si mismo para poder transmitirla a los alumnos y que estos no se sientan inseguros sobre quien les enseñara. 3.- Poder captar y reconocer las diferencias entre los educandos para no anular a ninguno o que alguno se quede a mitad del proceso. 4.- Saber identificar cuales serán los mejores métodos pedagógicos para guiar a los alumnos. 5.- Poder crear un vínculo entre él y el educando que respete la asimetría que existe con respecto a los saberes de cada uno.  6.- Tener las herramientas necesarias e implementarlas para incluir a todos los alumnos en la situación de aprendizaje. 7.- Poseer la capacidad de reconocer la equivocación propia y enseñar al alumno a ser autocrítico. 8.- Debe hacerse responsable de sus alumnos y de su aprendizaje controlando la evolución de éste en ellos. 9.- Estimular adecuadamente el interés de los alumnos por los conocimientos que tal vez no son atractivos para éstos. 10.- Respetar absolutamente la personalidad de cada uno de sus alumnos como así también las normas establecidas en la institución en la cual desempeña su labor.