Autoridad Pedagógica por BERNARDIS, Celeste
¿Cómo ser autoridad pedagógica hoy?
Por Celeste Araceli Bernardis
5º NAT 2009
 
Con la información que se ha brindado para esta materia, daré comienzo al siguiente escrito, que poseerá mi opinión con respecto a la misma, pero sin dejar de lado la opinión de la autora de ésta (María Beatriz Greco -licenciada y magíster en Psicología-) y de los filósofos citados.
Para empezar, me basaré en las preguntas que se hacen al comienzo del resumen del libro de Greco “La autoridad pedagógica en cuestión” (2007). Las mismas dicen: ¿Es posible educar sin autoridad?, ¿Sobre qué se funda y qué puede hoy la autoridad pedagógica?, ¿Se es o se ejerce autoridad?, entre otras. Mi respuesta a estas cuestiones se irán desarrollando a continuación.
Greco dice que “la autoridad hoy está en crisis” y “se encuentra devaluada”. En mi opinión, eso es correcto. A lo largo del tiempo, el ejercicio de la educación se ha desarrollado de diferentes maneras, y ha ido evolucionando a través del tiempo. Por ejemplo: no era la misma forma de educación la que se desarrollaba hasta hace treinta y tres años atrás, cuando se dio en la Argentina el último golpe militar, en el año 1976. La forma de ver a una autoridad era distinta, así como también lo era la forma que tenían las autoridades de ver a los alumnos; la relación que se desarrollaba y se llevaba a cabo era también diferente. Al único que había que escuchar era al profesor, y los alumnos callaban. Esa autoridad pedagógica tenía el poder de la palabra, mientras que los alumnos solo se dignaban a escuchar y no contradecir. Hoy es distinto; no es claro quién ejerce la autoridad, la definición de “autoridad” se ha ido distorsionando.
Muchos de los profesores que nos enseñan, han sido educados en esos períodos de la historia argentina que he mencionado. Pero los alumnos de la actualidad tienen su propio método para tratar con los profesores, que es diferente al que existía hace unos treinta y tres años atrás. Greco dice que “las entidades de los chicos vienen marcadas en general deficitariamente“, y también dice que “la identidad del docente pareciera ser un bloque armado, cerrado por la formación, por la antigüedad, por un cierto recorrido personal”. Aquí la autora trata de hacernos ver esa distorsión de la imagen de un profesor o de una autoridad.
Lo que podemos ver normalmente en las aulas hoy es que los alumnos intentan (y, muchas veces, lamentablemente, lo consiguen) ponerse al nivel del docente, como si tuvieran el mismo poder de decisión, como si su opinión tuviese más valor y cuestionan hasta las formas de enseñanza de éstos. O bien, lo contrario: también podemos llegar a ver a los docentes ubicándose en el lugar de alumno (como si fueran uno más), sin ejercer correctamente su rol en el ámbito educacional, dándole a los alumnos la oportunidad ideal para aprovecharse de la situación y que puedan “tomar el control”. Aunque está muy bien que se escuche a los alumnos (ya que nosotros también formamos parte de la clase y nuestra palabra cuenta), no está bien abusar de esa opción que hoy en día nos brindan esas autoridades.
Esta distorsión causa una cierta confusión en los profesores que aún mantienen algo de ese régimen de enseñanza de tiempos anteriores. En este ambiente, en donde los roles se entrecruzan, no se puede llegar a un acuerdo y no se puede ejercer una educación que sea satisfactoria y eficaz para el futuro.
Según Greco, para que este tipo de “igualdades” confusas no se produzcan, hay que “re-pensar el concepto de autoridad”. Sabemos que la autoridad no necesariamente se basa en la jerarquía o en una superioridad de uno sobre otro, sino que también es un método de acompañar a las personas que tienen a su cargo, en su camino a la adultez y en su crecimiento como personas. La autoridad es un ejercicio que se da en el ámbito educacional, como en muchos otros ámbitos también. Cabe destacar que todos los docentes, como tales, tienen un recorrido más amplio en relación al alumno en lo que respecta a ciertos conocimientos, pero no significa que éstos se posicionen en una escala jerárquica más alta que el alumno, sino que tienen un “recorrido distinto” con respecto a esos conocimientos.
Este tipo de autoridad (pedagógica) se logra a través de la experiencia y las enseñanzas que uno puede transmitir a futuras generaciones (tal y como decía Agamben -filósofo italiano-), y esa transmisión se logra por medio del vínculo que ese alguien tiene con el conocimiento y las enseñanzas y las formas de transmitirlos; pero, por sobretodo, también se logra con el trabajo en equipo (a lo que la autora hace referencia cuando dice que “la autoridad es institucional”). En lo que respecta a este tipo de autoridad, el “equipo” al que me refiero lo conformarían todos los docentes de cada institución. Pero, aquí hay que tratar otro tema fundamental, que Greco también menciona en su libro.
Hoy en día, todas las personas tienen maneras distintas de dirigirse y tratar a los demás. Según Castoriadis (filósofo y psicoanalista alemán), Silvia Bleichmar (psicoanalista argentina) y Stiegler (filósofo francés), la sociedad en la que estamos viviendo hoy ya no conforma un “nosotros”, es decir, un pensamiento de comunidad y de relación con los otros, sino que cada persona vive “individualmente”, por lo que es muy complicado que ese “trabajo en equipo” se dé a realizar de manera que todos los involucrados sean beneficiados (alumnos y autoridad). En lo que a mi concierne, dichos pensadores tienen mucha razón sobre esto. Si queremos analizar la estructura interna de una institución, veremos que pocos piensan en los demás; en cambio, piensan primero en sí mismo y luego en los demás. Esa idea de individualismo colectivo afecta a toda la estructura institucional y al orden vertical que posee dicho establecimiento.
En este aspecto, también se incluirían los pensamientos de Foucault (filósofo e historiador francés) y Kant (filósofo alemán), en los que dan a entender que la ideología del hombre de la modernidad es “no obedecerse más que a sí mismo”, y aquí es donde más se marca la idea de individualismo. Lo peor es que este individualismo colectivo muy difícilmente cambiará, porque, además, es una lucha de todos contra todos, donde “mi idea vale más que las de los demás”. Ese pensamiento de la “guerra de todos contra todos” es de Hobbes (filósofo inglés), y estoy completamente de acuerdo, ya que un pensamiento conduce a otro, y, en el caso del individualismo, produce enfrentamientos, el enfrentamiento, separación, y la separación, individualismo, y así sucesivamente, como un círculo vicioso. Esto se ve, como dije, tanto entre docentes como entre alumnos, o bien, a la hora de tratar alumnos y docentes. Pero más se manifiesta en los alumnos. Esto es lo que produce que éstos últimos, hoy en día, tengan una idea de irresponsabilidad formada, que se debe a este ideal de individualismo que consiste en “obedecerme a mí mismo y a nadie más”.
Sin embargo, aún hay alumnos que tienen intenciones de triunfar en su educación, y autoridades que piensan tanto en ellos como en los otros, y lo que consideran más productivo es trabajar unidos con los demás para, así, lograr el bien común y un crecimiento en el ambiente estudiantil y educacional. Greco toma como estrategias las siguientes condiciones para que una autoridad pedagógica sea buena:
 
La transmisión
La confianza
La igualdad e ignorancia
La emancipación
 
Abarcando estos términos con sus significados particulares, debo decir que estoy de acuerdo con este punto de vista de la autora.
Aunque la autoridad de hoy en día esté en crisis, o su significado esté distorsionado, al igual que su forma de ejercer, aunque presente problemas en diferentes aspectos, no significa que no se pueda hacer nada para que esto no suceda. Hay que repensar y replantearse muchas cuestiones, dar una mirada introspectiva y preguntarnos, tanto docentes como alumnos ¿En qué nos estamos equivocando? El mundo depende de lo que hagamos juntos (alumnos y autoridades), y siempre se puede comenzar de nuevo.
 
Principios que el docente debe tener en cuenta
para ser Autoridad Pedagógica hoy
Por Celeste Araceli Bernardis
5º NAT 2009
 
1.                  Un profesor que escuche atenta y pacientemente al alumno, sin interrupciones y guiándolo para poder llegar a la respuesta correcta.
2.                  Un profesor que cuide sus maneras de dirigirse a sus alumnos, sin necesidad de hacerlos sentir incómodos con los comentarios que realice.
3.                  Un profesor que defienda los derechos de todos los alumnos por igual, sin distinciones ni preferencias, defendiéndolos en todos los aspectos.
4.                  Un profesor que crea necesario la realización de un espacio de comunicación, en la que todos puedan participar activamente de la clase, sin exclusiones ni excepciones.
5.                  Un profesor que brinde apoyo y ayuda al que presente dificultades con determinados contenidos de su materia.
6.                  Un profesor que sepa perdonar los errores de los alumnos que los han cometido, y habiendo estado involucrado también el mismo docente, sin necesidad de demostrar resentimientos de ninguna clase en el futuro para con el alumno.
7.                  Un profesor que pruebe con diferentes métodos de enseñanza constantemente, tratando así de crear variaciones en las formas de interpretación de la información aportada a los alumnos, permitiéndole a ellos encontrar su forma personal de estudio.
8.                  Un profesor que corrija a sus alumnos de la mejor manera, tratando siempre de buscar el mejor camino para que éstos sigan, brindando justificaciones y razones para hacerles ver cuando se están equivocando.
9.                  Un profesor que siempre se muestre disponible para brindar ayuda de cualquier estilo, ya sea con la escuela o extracurricularmente hablando.
10.              Un profesor que enseñe, tanto desde el punto de vista de científicos o estudiosos consultados anteriormente por él, como desde su propio punto de vista, brindando experiencias personales (si lo encuentra necesario) para mayor comprensión de los alumnos.
 
 
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