Pensando en un modo de ser Iglesia y cristiano diferentes. Por Candela Martínez
Pensando en un modo de ser Iglesia y cristiano diferente
Por Candela Martínez
3° EGO 2009
  
Cuando decimos que nosotros somos una Iglesia, no nos referimos al espacio físico, sino a que cada uno somos parte de una misma familia. En la cual todos somos hermanos pero tenemos un solo el Padre que es Dios. Y nuestro deber de hijos es dar a conocer al mundo esta alianza y unir más hermanos a esta gran familia.
Pero como sabemos hoy en día, no todas las personas son católicas, o las que sí, “no le dan la suficiente importancia a esta iglesia que todos juntos formamos”. Es decir, ser parte de esta iglesia no basta solo con bautizarse, sino hay que ir misa, hay que rezar, hay que hablar con y de Dios, hay que llegar a Él, seguir sus mandamientos, y obrar según ellos.
Y sabemos también que dada la sociedad actual, la gente se va alejando cada vez más de esta iglesia y está en cada uno de nosotros hacer algo para cambiar esto. Por eso  tenemos que empezar a plantearnos algunas cosas:
¿Quién no se planteó alguna vez esas típicas preguntas como quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos, quién nos creó, cuál es nuestro fin en la vida, hay vida después de la muerte, etc.? Pero para esto ya no se puede recurrir al Evangelio de Jesucristo como una transmisión del conocimiento. Sino como una oferta de respuestas. Como personas católicas tenemos que reflexionar sobre nuestras actitudes, encontrar nuevos caminos y poner en cuestión nuestras expectativas con respecto a la transmisión de la fe. Y es fundamental comenzar y avanzar en este largo camino, con los niños y los jóvenes, dado que ellos son el futuro, de ellos depende el mundo. Aunque también depende de los adultos: de los padres, que transmitan la visión y los valores de fe a sus hijos. De los profesores que le enseñen y de las parroquias que le transmitan y los hagan llegar a Dios. Con un gran crecimiento humano y espiritual.
Pero… ¿Cómo despertar la fe en los niños y en los jóvenes? ¿Cómo encontrarse con ellos? ¿Cómo llegar a transmitirle todo lo que sabemos? Porque no nos damos cuenta, pero la memoria cristiana cada vez se va desmoronando más, y la práctica religiosa continúa debilitándose.
 La religión, para algunos, es cosa del pasado, y para mucha gente es una opción personal que se tiene y se quiere mantener en el secreto de la intimidad de la conciencia.
Podemos decir como decía el Papa, que "antes la transmisión de la fe era como un río que se va haciendo más grande poco a poco, a medida que los afluentes van agrandando su caudal y ensanchando su curso. Así, la fe tenia su fuente en el hogar. Luego, durante la infancia y la adolescencia, ensanchaba su curso con el gran afluente de la escuela y la enseñanza religiosa escolar. A continuación, la parroquia tomaba el relevo para el resto del camino y el declinar de la vida. La transmisión de la fe se realizaba de modo progresivo, encadenándose de edad en edad, como una herencia llevada y conducida por el continuo oleaje de la vida, en el diario funcionamiento de las instituciones sociales y eclesiales. “
Pero hoy en día ya no es lo mismo. En la familia, cada vez se tiene menos en cuenta a Dios y no se habla de Él como se solía hablar, le falta esa motivación de acercarse al Señor. En la escuela, la aportación de lo religioso se ha reducido, y lo vemos solo en materias como Catequesis o Religión, aunque para algunos, solo es una materia más. Por otra parte, la parroquia, cada vez menos frecuentada, no alimenta más que a una débil parte de los bautizados, y muchos creyentes no encuentran en ella una verdadera respuesta para su hambre. Algunas veces solo recurrimos a ella, por problemas de salud o personales, en la cual se espera una salvación o solución a ese problema.
Entonces viéndolo así, como Iglesia tendríamos que retomar desde el principio, es decir, desde el corazón de la experiencia de la gente. En cada una de las personas, en los momentos esenciales de su vida, en las experiencias más básicas, y que se den cuenta que en cada una de ellas esta Dios, y que tengan fe de esto. Porque la fe es el punto de partida de todos los caminos y es lo que hay que volver a buscar continuamente, abrirla y mejorarla, llenándola de esa sensación única que es estar con Dios.
Ese modelo de la fuente es el que sugiere la Biblia para los momentos de niebla o de incertidumbre. Y está en cada uno de nosotros llenar esa fuente con Dios, ese Dios que al resucitar se instaló en nuestros corazones que lo único que tenesmos que hacer es llamarlo, aunque él siempre estuvo a nuestro lado.
Es una cuestión de cada uno, porque si cada uno llama a su interior, y busca a ese Dios, lo va a encontrar. Y éste va tratar de transmitirlo a las demás personas y cada una de ellas que escucharon de esto, también van a querer sentirlo y empezaran a buscar, formándose así una cadena, la cual cada uno de nosotros somos un eslabón.
Pero con esto no quiero decir que se trata de ganarse a las personas, de conquistarlas o “traerlas a la iglesia”. Sino, de que puedan elegir. Se trata de explotar con ellas según su edad y su cultura, la sabiduría de vida y los signos de un “Dios a quien, desde el paraíso, le gusta caminar con los humanos.”
 
Hoy habia 38375 visitantes (65140 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis