Pensando en un modo de ser Iglesia y cristiano diferente Por Zaira Faisal 3º “EGO 2009   En primer lugar, considero necesario establecer mi visión acerca de cómo veo la Iglesia hoy. En mi opinión, siento que la Iglesia se encuentra en el medio de dos polos, entre la Iglesia primitiva y entre una Iglesia liberal y más abierta. Ya que por ejemplo, hace sesenta años aproximadamente, según palabras de mi abuela, no se podía concurrir a la misa sin mantillas, ni con poca ropa, ni vestidos de manera informal, las misas eran muy respetuosas de parte de ambos lados; la formalidad del sacerdote y el respeto y la atención de las personas. En cambio, en la actualidad, la Iglesia como institución ya no prohíbe y critica la forma de vestir de las personas y tampoco la gente tiene respeto y educación por el lugar sagrado adonde asiste, sino que va vestida de forma provocativa, hablan durante la misa, lo que no quiere decir que yo no lo haga, pero desde una visión objetiva, considero que la Iglesia se encuentra mucho más liberal. Esto tiene que ver con que como la Iglesia se conforma por personas y estas van cambiando sus hábitos y formas de vida con el correr de los años, es indiscutible que la Iglesia como institución también se abra a esas cosas. Así también creo que en la familia ya no se habla como antes o se raza en conjunto, el que debe ir a catequesis va, pero el resto de la familia no se compromete con la Iglesia. Los padres que quieren que sus hijos reciban los sacramentos de comunión y la confirmación, solo van a cumplir un horario y mandan a los chicos a misa. Los niños no tienen motivación para conocer la vida de Dios y tratar de imitarla y eso tiene que ver con la educación familiar y con el entorno en el que los niños desarrollan su vida: la vida cibernética, la televisión, la falta de lectura, el poco espacio dedicado al aire libre y a los deportes, que lleva a la vida sedentaria y al encierro de los niños, la falta de diálogo con los padres con la familia, con Dios. Entonces de acuerdo a lo anteriormente dicho, lo que propongo para la Iglesia son cambios de tipo personal. Es decir, para que la Iglesia sea mejor y mejore cada día, propongo que la forma de transmitir la palabra de Dios por el referente que es el sacerdote debe ser clara y que llegue a lo que los oyentes viven cada día, me parece que repetir en las homilías lo que dice el Evangelio no es productivo para lo que cada persona se pueda llevar como aprendizaje. Considero que el sacerdote debe ser más claro, utilizando palabras que sea para un público general, niños, adolescentes y adultos. Aparte, si es un mensaje claro y preciso, motiva más a aquellos que tal vez se aburren con las homilías y vuelven a su casa sin ninguna enseñanza, sino con la idea de no volver a asistir a ninguna celebración. Como integrante de Infancia y Adolescencia Misionera, creo que este tipo de encuentros acercan a los jóvenes a Dios y a sus enseñanzas. Es una muy buena forma de hacer cristianos hoy y de que los niños y adolescentes aprendan a la vida de Cristo y la apliquen como puedan en sus propias vidas y en sus propias familias. Cada sábado a través de juegos, lecturas didácticas, charlas y meriendas compartidas, notamos que los niños se divierten e interactúan entre si teniendo la vida de Cristo en medio de ellos. Como ya he dicho anteriormente, es necesario buscar otra forma de atraer a las personas para que dialoguen con Dios y para que lleven su enseñanza a sus vidas cotidianas. Es importante que el mensaje que transmitan los sacerdotes y todos los representantes de la Iglesia, como los catequistas, los profesores de Religión, los guías de los distintos grupos religiosos, apliquen las vivencias cristianas en vez de repetirlas sin sentido. Sostengo que la teoría se aprende cuando en realidad se la lleva a la práctica y no solo con la palabra. El propio Cristo planteó la idea de reflejar nuestros pensamientos en obras, y considero que de esta manera es como nuestra Iglesia puede renovarse para bien, siempre empezando por cada uno.