Pensando en un modo de ser Iglesia y cristiano diferente. Por María Macarena Vilanova
        Pensando en un modo de ser Iglesia y cristiano diferente
Por María Macarena Vilanova
3º EGO 2009
 
¿Cómo ser Iglesia hoy?, ¿Cómo hacer cristianos hoy?, ¿Cómo proponer la fe hoy?
Y ¿Cómo hablar de Dios hoy?, esas son las preguntas que de vez en cuando nos tendríamos que hacer.
         Ser Iglesia o ser cristiana/o HOY, siendo adolescentes y jóvenes, se hace cada vez más difícil.
         Mirando y reflexionando un poco mi experiencia y la de algunos de mis amigos, hay veces que por vergüenza y miedo a que nos rechacen nos negamos a decir “SOY CRISTIANA/O Y FORMO PARTE DE LA IGLESIA”, ya que quedamos como los “tontos” que van a un grupo de jóvenes en la parroquia del barrio o a misa todos los domingos y eso a esta edad no lo queremos, entonces, para nosotros, mejor esquivarlo, mejor ser uno más del montón.  Hay veces que nos dicen: ¿para qué vas? Perdes tiempo, dale vení con nosotros las vas a pasar mejor. Y por ahí a nosotros nos gusta estar en el grupo y la pasamos bien ahí, pero no contestamos para no quedar mal. O también nos preguntan: ¿Que haces el sábado a la tarde?, y nosotros no sabemos que contestar e inventamos cualquier excusa para “zafar” y que no piensen que para ellos perdemos el tiempo en una parroquia..
          Pero ahí está el problema, si seguimos esquivando a las personas, si seguimos ocultando lo que verdaderamente somos en la Iglesia, si lo seguimos negando, si no nos hacemos responsables y nos da vergüenza de lo que piensen lo demás porque sigo a Dios, la estamos cada vez dilatando más.
         Si lo miramos por el lado contrario, podríamos ayudar a los demás que se acerquen y acepten como son y lo que son en la Iglesia, que no vamos a perder tiempo sino a ganarlo, y que se le puede dedicar tiempo a Dios aun que sea un día por semana y formaríamos esa Iglesia que hace un tiempo los adolescentes y jóvenes la dejamos de lado y le damos bolilla solamente cuando nos pasa algo malo, algo que no queríamos que pase y necesitamos la ayuda de Dios.
         La fe en nosotros ya no forma la mayor parte de nuestro tiempo como la de nuestros padres, tíos o abuelos, pero a pesar de eso, algunas personas seguimos buscando a Dios e intentamos encontrarlo, pero claro, ahí es cuando aparecen la vergüenza y el miedo a que los demás nos rechacen, como decía anteriormente.
         En nuestra realidad, en la condiciones de nuestras familias, en la ciudad, en los grupos de amigos, en la calle o en las parroquias hay que buscar alguna manera de que adoptemos la fe como un sostén que nos de fuerza para vivir.
         La fe nace en los ámbitos en los que los chicos vamos creciendo.
         En primer lugar, la fe tiene que nacer en la FAMILIA: los padres son los primeros educadores en la fe, son los primeros que tienen que hablar con nosotros y enseñarnos. Ellos tienen que hacernos participar de su alegría, mostrarnos imágenes, hablarnos de Dios, enseñarnos a rezar, a bendecir la mesa antes de comer, aprender y cantar canciones que se cantan en las celebraciones, enseñarnos los mandamientos, participar de la Santa Misa todos los domingos, etcétera. Son los primeros educadores ya que eligen el bautismo para nosotros y no lo hacen como obligación sino como verdadera familia cristiana, aunque a veces sucede lo contrario y todo termina siendo una obligación más del montón.
       La tradición de la fe nace y crece en nuestras familias, pasa de generación en generación, pero hay veces que no funciona, se corta la cadena y se echa a perder poco a poco, hasta que se termina y se deja olvidada.
      Después continúa la escuela primaria y secundaria: enseñanza religiosa en el colegio, en la cual los contenidos son los justos y los necesarios y casi no se les da importancia.
      La parroquia es uno de los más importantes, acompaña a cada persona a crecer en la fe, preparándola en los sacramentos y en la comunidad. Lamentablemente, (y es lo que yo veo), cada vez se frecuenta menos y se hace casi todo por “obligación” y no por fe, (por ejemplo, ahora a los sacramentos los chicos lo hacen porque sus padres los obligan y no porque ellos quieran. Los padres lo hacen para cumplir, no porque realmente lo desean).
      Le siguen, también, los sitios culturales y deportivos como teatros, clubes, actividades extraescolares, donde nos relacionamos. Hay  cosas que influyen y que pueden contribuir a despertar la fe de los adolescentes: la tecnología, los medios de comunicación (por ejemplo, la televisión, la radio).
      La propuesta de nuestra fe tiene varias preguntas y respuestas ante las religiones que van cambiando constantemente.
      Algunas personas dicen que la religión es una opción de vida, que cada persona puede optar si quiere tener una religión o no, a los demás no les debe importar; otros dicen que se dejó de lado y ya no le dan la misma importancia que antes.
     Hay que estar atentos a los aspectos de la cultura de nuestra sociedad y que destabilizan a la religión. Ésta cultura representa conflictos o a veces oportunidades o momentos para transmitir nuestra fe.
    Si vamos al caso, hablar de Dios hoy tampoco es fácil. Estamos en una etapa en la cual se discute ¿QUIÉN ES DIOS?, ¿quién es el que  nos creó?
     En este momento, en el mundo, hay ateísmo y diversas religiones. Cada cual tiene a su Dios y hasta algunos lo rechazan.
    Hay que hablar teniendo una respuesta lógica; esa respuesta tiene que convencer a los demás, por lo contrario surgen dudas de lo que se dice, tiene que tener coherencia para que sea creíble y hablar desde el corazón.       
    Algunas veces, no nos animamos a hablar de Dios en alguna situación especial, ya que tenemos miedo de lo que nos digan y de cómo quedar nosotros, entonces elegimos callarnos, hablar de algún otro tema y terminamos hablando solamente de Dios en nuestras casas o en las parroquias.
    Hablar de Dios es enseñarles a los demás, contar anécdotas, dar razones de nuestra fe, contar lo que es Dios para cada uno de nosotros.
Hay que transmitir al otro todo lo que sabemos acerca de Él.
 
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